Con la cabeza bien clara, camino a mi casa, cavilando en mis cometidos, concluyendo conceptos, concertando citas y calculando con cura como cambio mis cuadros de contexto mientras coloco carpetas en mi cartera.
Catástrofes, calamidades como crímenes y conspiraciones caerán sobre nuestras cabezas y no seremos capaces de comprender como colegas que codo con codo compartían el mismo camino, ahora cambian sus creencias.
Chasquidos en mi chabola que como un chisme chirrían en mi cabeza.
Chuparé los chorretones de tú chaladura, y con el último chorro de voz chillaré hasta hacer saltar la chispa que encienda el fuego de la chimenea de nuestra choza.
Dame una dosis de tu don para doblegar al dolor que me domina.
Dime algo con dulzura que disipe mi desgracia.
Deléitame con tu duende y diviérteme con tu danza.
Difama sobre mi, dinamita mi dogma y te demostraré que mi doctrina es diáfana pero también demoledora.
Estando en equilibrio puedo explicarme con elocuencia, escuchar elogios que enmascaran lo evidente, puedo evitar con elegancia, enfrentamientos poco éticos que equivalen a encallarse en eufemismos.
Me entregaré a tus encantos, estaré esperando que de mi te enamores, envejeceré a tu lado entendiéndote y escuchándote.
Fiel a los fundamentos que forman mi fe, taparé las fisuras que fragmentan mis fuerzas.
Fumando fluyen mis fantasías y flirteo con las estrellas fugaces.
Frecuentemente festejo mis fracasos porque aunque fallidos son los intentos, con ellos me formo y fácilmente aprendo.
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